Os invitamos a participar en la Eucaristía de Acción de Gracias por nuestra Hermana Ceferina del Valle Bordón, que hoy 11 de septiembre de 2025, nos ha dejado y ya está gozando en el cielo junto al Señor y todos los santos.
La Eucaristía tendrá lugar en la Casa Madre, Jesús, Tortosa.
A las 20:00 h
Nos deja una hermana en edad joven, con capacidad todavía para dar mucho por el Reino, sin embargo, el Señor ha querido abrirle las puertas de la Vida, porque ella ya estaba preparada. La enfermedad la sorprendía este verano sin tiempo ni posibilidades de hacer mucho. Como gran luchadora lo ha intentado y se ha puesto en las manos de su Señor. Consciente de todo lo que estaba viviendo y del proceso de su enfermedad, no ha dejado de repetir “todo está entregado”. Durante el corto tiempo de enfermedad ha sido un ejemplo para todos los que han estado con ella: hermanas, personal del hospital, amigos… En todo momento ha transmitido paz a los que estaban a su lado, preocupándose más por los que la cuidaban que por ella, como si fuese ella la cuidadora. Ha consolado con sus palabras, con su aceptación, con su fe, nos ha asegurado haber sido muy feliz, a pesar de las dificultades que pueda conllevar la vida y ha repetido:<< “He sido muy feliz, quiero que lo sepan, siempre desde pequeña hasta hoy. Quiero decirle a todas las personas con las que he compartido, en familia y después en la Congregación por donde he pasado, que ¨los quiero mucho¨ >>
Se nos ha ido una hermana santa, sin duda, porque la santidad y la respuesta de fe ante situaciones como ésta no se improvisan. Una hermana que dejó su tierra, Argentina, y se entregó como misionera en Bolivia y Chile. Y en estos últimos 18 años en Eslovaquia, donde ha sido instrumento de misericordia y Consolación, una eslovaca más entre las hermanas y el pueblo, habiéndose incluso nacionalizado allí. En estas tierras ha estudiado y ha servido a los más pobres con cariño, dedicación, sin descanso.
Ha desarrollado su misión como Hermana de la Consolación: en Buenos Aires, Tucuman y Villa Allende, (Argentina) donde estudió; en el hogar de Sucre (Bolivia), en Parral (Chile), en Nitra y Zilina (Eslovaquia), Linares (España), y este último tiempo en la comunidad de Nitra desde donde se trasladaba a Bratislava.
Lo ha dado todo teniendo claro que lo hacía “para gloria de Dios y bien de los hermanos, nada para nosotras”. En Zilina en el albergue de mujeres, en Cáritas, con los refugiados, recorriendo las calles de la ciudad para atender y acompañar a las personas de la calle en Bratislava, a donde se desplazaba cada día desde Nitra para acompañar a aquellos que tratan de salir de su situación de necesidad, vendiendo la revista Nota Bene (Buena noticia).
Como buena hija de Santa María Rosa Molas, los más pobres han sido la “pupila de sus ojos”.
Damos gracias a Dios por la vida de Valle, por su ejemplo, su testimonio, su entrega incondicional como Hermana de la Consolación a los más necesitados, a las hermanas, a su familia y a todos los que compartieron su camino en esta vida.
Podemos parafrasear la letra del canto “La última puerta” de Cristóbal Fones, que ella misma tenía muy presente en este tiempo:
Morir es preparar la última fiesta.
Recordamos a Valle
Y al saber que a tu abrazo se encamina
No nos queda otro canto que el silencio.
Quizás su ausencia de ahora nos invade,
Brillan los ojos al evocar sus gestos,
Bailan la gratitud y la nostalgia
Por todo lo que alguna vez nos dio.
Lloramos, porque así añora quien ama,
Porque duele la muerte, ese misterio
Que nos abre la senda de otra vida
Mientras cierra este ciclo que es el tiempo…
Y al pasar ese umbral, descubrirá
Que ya tú la estabas esperando,
Que la vida era el pórtico del cielo.
Cantaremos de nuevo, y para siempre
Con quien hoy nos deja su recuerdo.
¡HASTA EL CIELO VALLE!