Las Hermanas de Ntra. Sra. de la Consolación somos una Congregación religiosa nacida en 1857 en Tortosa de la mano de María Rosa Molas, que tenemos como objetivo ser instrumento de misericordia para con los más desfavorecidos, a través de nuestras obras.
Estamos llamadas a generar fraternidad, abrazar la fragilidad humana y la vulnerabilidad, fomentando un nuevo estilo de vida tejido de relaciones reconciliadas. Esa misión nos acompaña desde nuestros inicios hasta el día de hoy, siendo Maestras en Humanidad.
El carisma de la Consolación se extiende en la actualidad por Europa, América Latina, África y Asia con obras y presencias educativas, socio-sanitarias, y otros ámbitos donde la consolación sea una urgencia.
Nuestra Misión es Consolar, estar al lado de quienes más lo necesitan. Es cuidar de las personas y también del mundo en el que vivimos, nuestra casa común. Es desarrollar relaciones de amor, respeto y dignidad con el prójimo.
Los rasgos que definen nuestro Carisma son:
- La observación de la realidad cotidiana desde la experiencia de Dios. Ver a Dios en todas las cosas como una presencia que nos habita y nos ayuda a vivir en comunión.
- Humildad para conectarnos con la tierra y con lo más profundo de nuestro ser, para ponernos en el lugar del otro, acompañar, comprender y aceptar sin juzgar.
- Caridad ardiente para desarrollar nuestro carisma, encarnar la respuesta a la llamada de Dios que sigue resonando en la historia: “Consolad, consolad a mi pueblo” (Is 40,1)
- La compasión por el otro con entrañas de misericordia y servicio a los pobres.
- La audacia profética, la fe para ser testigos de la vida que brota en medio de la oscuridad, aun cuando todo parece perdido.
NUESTRA FUNDADORA SANTA MARÍA ROSA MOLAS
El 24 de marzo de 1815, en la noche del Jueves al Viernes Santo, nace en Reus Rosa Francisca María de los Dolores, Doloretes, (como la llamaban su padre y principal guía espiritual, José Molas, y su madre, María Vallvé, de quien aprendió el amor hecho entrega heroica hasta dar la vida).
Su profunda experiencia de Dios, su gran sensibilidad ante la miseria humana, su entrega sin reserva y la capacidad de liderazgo que mostró desde la infancia llevó a Doloretes hasta el hospital de Sant Joan en Reus, donde comenzó su vida consagrada al servicio de Dios, ya como María Rosa.
La vida de María Rosa desde su infancia, pasando por la adolescencia hasta su juventud y adultez, marcó un proceso de crecimiento humano y espiritual que la condujo a la plenitud.
En su servicio a los más pobres, asumió responsabilidades y tareas difíciles. Todo lo abrazó con sencillez, humildad y amor, con delicadeza y firmeza, desarrollando sus capacidades para el servicio de Dios en cada hermano que sufre. Con gran fidelidad, atravesó desiertos personales, enfermedades, turbulencias sociales…Hasta el día de su marcha al banquete celestial el 11 de junio de 1876. La Iglesia la declaró santa en 1988 y, desde entonces, modelo para todos los cristianos.
En la historia de la Congregación, otras hermanas siguieron sus pasos: María Teresa González Justo, declarada modelo de virtudes heroicas y en proceso de beatificación, al igual que Eufrosina Pachés y Fernandina Besalduch, mártires durante el oscuro y doloroso período de la guerra civil española.
Todas ellas nos recuerdan y exhortan a la santidad en la vivencia del carisma. Ellas "son como nosotros, como todos nosotros", han vivido "una vida normal", pero han "conocido el amor de Dios" y "lo han seguido incondicionalmente, sin límites ni hipocresías".
VENERABLE M.ª TERESA GONZÁLEZ JUSTO
El 11 de febrero de 1921 nació en Quintanar de la Orden, en una familia cristiana, honrada y trabajadora, Francisca, conocida como “Paquita”, una niña bondadosa y de temperamento tranquilo.
Según ella misma decía, “el amor y el perdón hay que demostrarlo con obras”. Es por ello que todos los días visitaba en la cárcel al que fue el asesino de su padre, con una cesta con comida y con el mensaje de la misericordia infinita de Dios.
Ingresa a los 20 años en las Hermanas de la Consolación y la conocemos ya por María Teresa. La llamaban ‘sor Alegría’ por su carácter prudente, sencillo, amable y humilde.
Destinada al Sanatorio Antituberculoso de Villarreal (Castellón), siente que el Señor la quiere con los más pobres, con el mundo del dolor. Allí acompañó a los enfermos, compartió su comida y consoló su tristeza durante 23 años, hasta su muerte el 12 de octubre de 1967.
Las virtudes heroicas de la Venerable María Teresa González Justo fueron declaradas el 13 de junio de 1992, por San Juan Pablo II.
HERMANAS MÁRTIRES
Eufrosina Pachés fue una mujer buena, valiente, austera y volcada en el servicio a los demás. Se dedicó como hermana de la Consolación durante 43 años al cuidado de los enfermos en la Beneficencia de Castellón, en la Casa de Huérfanos de esta ciudad, así como en el Asilo-Hospital de Benicarló y en el Hospital de Villarreal. Mujer de experiencia y virtud probada, siempre tuvo un gesto consolador hacia los necesitados de sus atenciones.
A Fernandina Besalduch su misión evangelizadora le fue encomendada en el campo de la educación cristiana de las niñas de manera incansable y entusiasta, siendo un ejemplo de disponibilidad total a Dios y a sus hermanos. Quienes pasaron por su clase en el Colegio de la Consolación de Burriana, donde estuvo desempeñando su labor durante 14 años, resaltan de ella que fue una excelente parvulista con verdadera pasión por sus niños. «Con ella inicié mis pasos hacia Dios», nos dicen sus alumnos, entre los que dejó huella.
Ambas entregaron sus vidas para «amar y hacer amar a Jesucristo y servirle en los pobres» como Hermanas de la Consolación. La vocación las unió, y también el martirio, perdiendo sus vidas durante el verano de 1936 por su condición de religiosas.