
El 7 de octubre, las Hermanas de la Casa Madre se unieron con alegría al Jubileo de la vida consagrada, en comunión con quienes celebran estos días en Roma, junto al Papa León.
El recorrido comenzó en la portería, siguió por el claustro y cruzó nuestra “Puerta Santa”, hasta llegar a la Iglesia. Allí, frente a la tumba de la Madre, con velitas encendidas y el Credo en los labios, compartimos un momento sencillo, profundo y lleno de fe.
Compartimos a continuación cómo lo vivió la Madre Mª Rosa Cerdà:
“Los días 6, 7 y 9, las comunidades de la Casa Madre celebramos el Jubileo de la Vida Consagrada. Iniciamos el día 6 con una tarde de reflexión sobre la importancia del Jubileo y el significado del logo, que nos recuerda a vivir la fraternidad universal, ancladas en Cristo, a pesar de las dificultades y los vaivenes de la vida, simbolizados por las olas agitadas. Terminamos con un diálogo en parejas, el canto del Magníficat y la oración del Jubileo.
Al día siguiente, comenzamos nuestra peregrinación hacia la Puerta Santa. Partimos desde el salón María Teresa González Justo, cantando salmos y letanías de los santos mientras recorríamos los distintos espacios preparados. Fue un momento de profunda emoción: algunas hermanas decían que se sentían realmente en Roma. ‘Este es el grupo que busca al Señor… que viene a tu presencia’, resonaba en nuestros corazones.
Ante la tumba de la Madre, encendimos nuestras velas y con fe firme recitamos el Credo. El canto de Eres Tú y la oración del Jubileo pusieron punto final a nuestro segundo día.
Finalmente, el día 9, después de seguir la Eucaristía transmitida desde Roma y en unión con todos los consagrados, renovamos nuestra consagración al Señor.”