
“Consolad, consolad a mi pueblo… hablad al corazón … (…) alza la voz y no temas, (…) Aquí esta vuestro Dios”
Hoy, segundo domingo de Adviento, la Palabra de Dios, se expande potente, profética y consoladora en nuestra Asamblea capitular.
Ya en la Eucaristía de la mañana resonaba de una manera especial la voz del profeta que pide al pueblo que consuelen y que hablen al corazón.
Para todas las hermanas de la Consolación, estas palabras tienen un SABOR único, porque nos dan raíces que están ancladas en el don recibido de la Madre y nos confieren identidad. Desde la raíz, SOMOS, y en ese ser, Dios regala a la Iglesia una Familia que se hace grande, como un árbol que entreteje las ramas más añejas, con los brotes más tiernos…Y así, todos juntos, caminado por la senda de la Consolación, podemos decir, HOY ESTAMOS DE FIESTA, FAMILIA CONSOLACION.
Fiesta porque Dios, fiel a su promesa: va a estar SIEMPRE con su Pueblo,
Fiesta porque experimentamos la Presencia del Espíritu, que nos infunde “su luz como fuente del mayor consuelo”,
Fiesta, porque hoy, en comunión de espíritus y de voluntades, hemos elegido a las hermanas, Maribel Sánchez, Aránzazu Palau, Aurelia Alberto Maheme y Tania López como consejeras Generales, ellas van acompañar a Loreto, nuestra Madre General, en su andadura de animación, al estilo de Jesús y de María Rosa Molas.
Es la Fiesta de la presencia del Señor que nos confirma una y otra vez que, cuando buscamos, rezamos y nos ponemos a la ESCUCHA de la Palabra, con corazón abierto y sencillo, Él nos sale al encuentro, nos sorprende y nos fortalece en la decisión.
Es también, la fiesta de la vida de Loreto celebrada y agradecida en su cumpleaños. Desde la mañana hemos tenido una oración especial y en la comida un brindis y torta.
En la tarde seguimos con nuestro trabajo capitular, trabajando intensamente en el documento final, fruto de la oración, debate y discernimiento en los días precedentes.
Terminamos con una oración en silencio, con el Señor expuesto, para seguir a la escucha, a los pies del Maestro, para que nos ayude a acertar con “la mejor parte“ que necesita hoy nuestra Congregación.
El día 11 al mediodía, después del trabajo en las Comunidades de vida, tuvimos la Eucaristía de Acción de Gracias por el Aniversario de la Canonización de la Madre, presidida por el prefecto del Dicasterio para Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el Cardenal Joâo Braz de Aviz. Sus palabras, en la homilía, nos han resonado porque de una u otra manera, ellas, han sido el objeto de nuestra reflexión capitular. El Espíritu Santo, una vez más nos confirma en la Esperanza. Destacamos algunas pinceladas:
- Sin la experiencia fuerte de Dios en nuestras vidas, ésta no tiene sentido.
- La Madre se nutrió de esta fuerza de Dios, sino no podría haber caminado, ni hacer la voluntad de Dios.
- Hoy nuestro desafío más importante en la Iglesia es “caminar juntos”, pero no de cualquier modo, sino con una ESCUCHA atenta, para ayudarnos juntos a perdonar, a amar lo diferente, a asumir e integrar lo distinto, hombres y mujeres. La Iglesia está aprendiendo a trabajar y a caminar JUNTOS.
- Es la Iglesia en movimiento, lo que Dios quiere hoy, ¿Por qué cuesta tanto aceptar a las mujeres en la Iglesia? La vida son las dos partes, no una sola.
- De lo que parece apagado, de lo que parecen cenizas, surge el fuego.
Después de la Eucaristía, pasó al comedor y compartió el almuerzo con nosotras. Ha sido muy cercano y cariñoso con todas las hermanas. Dios lo bendiga en su ministerio.
En la tarde seguimos con nuestro trabajo capitular, perfilando el Documento Final.
“Hubo una mujer humilde y valiente, con una gran sed de Dios y de servir a pobres, que, fiándose de Él, salió de su casa, tejió hilos de fraternidad, misericordia y consolación, que soñó fuerte con lo poco que tenía y su amor, llegó a ser universal…
Se dejó deshacer…se dejó consumir, pero su mirada se agrandó y llegó a otros horizontes que no vería, pero que ya estaban en el Corazón de Dios.
Se dejó deshacer y entre las rendijas de su tribuna le llegó la unción de Jesús, y así supo vivir y morir en el amor.
Su historia acompaña la nuestra… como Familia Consolación”
¡¡¡GRACIAS, MADRE…!!!